El internet de las emociones

 

El futuro de internet no está tanto en el internet de las cosas como en el cómo se relacionen estas cosas con el ser humano. El futuro está en el internet de las emociones.

El ser humano es un cúmulo de emociones. Nos relacionamos con nuestro entorno en base a lo que nos hace sentir y lo que nosotros hacemos sentir a los demás. Este hecho tiene reflejo en cómo nos comunicamos en internet tanto con personas como con marcas.

Quizás conoces de lo que te hablo cuando nombro “el internet de las cosas”. Si no lo conoces, te lo resumo de manera fácil. Viene a ser el mundo en el que objetos cotidianos, que usamos día a día, están conectados a internet y ello nos facilita la vida. Calefacción que podemos controlar desde el móvil antes de llegar a casa, medidores de azúcar conectados a una base de datos de tu centro de salud, iluminación inteligente que se adecúe a la iluminación ambiental, sistema de riego que sabrá cuando nuestras plantas necesitan agua…

 

 

Todo esto supone uno de los mayores avances tecnológicos de la era post internet. Tenemos una usabilidad tremenda a un coste contenido para el usuario en gran parte de los casos. Sin duda nos acerca más al futuro que soñamos (o no) en el cine.

Pero volvamos al principio. Somos seres “que sienten” que quieren comunicar lo que sienten, quieren ser entendidos, quieren ser “sentidos”, quieren comunicar sus emociones.

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El futuro del internet de las cosas está a su vez en el internet de las emociones. En que mi móvil vea que estoy aburrido y me proponga una canción divertida, que mi espejo me note triste y adecúe la iluminación de casa, que mi coche me note enfadado y conduzca por mi o no me deje ir más deprisa, que mi ordenador detecte rasgos de depresión y me ponga en contacto con un especialista…

El futuro de internet está en cosas que interpreten nuestros sentimientos de manera inteligente y emocional, que recojan nuestras emociones y procesen esa enorme cantidad de datos para, y esta vez de verdad, resultar útil.

A día de hoy, y de cara a un mercado doméstico, no hay ninguna herramienta mediante la cual podamos dejar constancia de nuestra tristeza, alegría, enfado o frustración de manera simple. Sólo y únicamente escribiéndolo, de manera compleja e interpretable. Espera.. si hay una herramienta y la hemos estado usando durante unos meses sin calcular la repercusión que podría tener la misma.

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Las reacciones de Facebook son, quizás, la primera gran herramienta masiva de “recogida de emociones”. Uno de los mayores problemas con el que se encuentran las marcas al analizar su comunicación es saber que siente su audiencia de manera objetiva. Con las reacciones de Facebook se está, sin duda, más cerca de lograrlo.

Que Facebook sea quien marque el camino del internet de los emociones es algo que se nos escapa, pero sí podemos decir que este camino no tiene vuelta atrás. El internet de las cosas no tendrá un sentido completo si no es capaz de reaccionar ante lo que sentimos.